sábado, 21 de agosto de 2010

Argumento: En una noche de luna llena, un joven corre por el bosque huyendo de una criatura alada de ojos rojos similar a un murciélago. Mientras lo hace, usa su celular para pedir ayuda a un grupo que ha estado monitoreando la situación con equipos electrónicos. Ellos determinan usar un portal de transportación para llevar al chico a su base, pero este llega muerto. Ante el descubrimiento, deciden que los riesgos de la situación son altos así que usarán al último muchacho que les queda. Trasladándose la acción trece años en el pasado, en 1999, Maya Kumashiro llega a la ciudad de Nagano para dirigirse a la Academia Waldstein, un lugar con reputación oscura, pues incluso el taxista que la conduce hasta las instalaciones le advierte de los rumores que se dicen sobre esta academia. Rumores que en todas las circunstancias la asocian con fenómenos paranormales y sobrenaturales. Solo al pisar la entrada, Maya siente incomodidad, animadversión o simplemente fastidio por el lugar, pero aún así se dirige a la capilla de la academia. En el interior, se realiza el velatorio del director del centro de estudios y padre de Maya, quien ya dentro, vestida de blanco y con actitud altiva, que por cierto aviva los comentarios susurrados de los estudiantes, es conducida por una asistente de la dirección al frente.

Durante la ceremonia, la asistenta revela la existencia de un audio grabado en vida por el director para despedirse de sus alumnos. En el audio, el director además de realizar recomendaciones a sus estudiantes decide despedirse intentando mostrarles un espíritu, y es que él realmente promovió cierta afición por el ocultismo teórico en la academia. Los rostros de incredulidad de los alumnos rápidamente cambian a la sorpresa ya que luego de que el director recitara un conjuro erróneo, un espíritu aparezca y poseyera su cuerpo muerto. Dispuesto a atacar a los estudiantes, el espectro se lanza sobre los grupos que pugnan por huir, pero es golpeado por Maya. Ésta empieza entonces a dar un discurso sobre la falsedad del fenómeno, negando la existencia de hechos paranormales y atribuyendo todo a un truco, pero es interrumpida por el espectro que termina huyendo de las instalaciones. Una vez que los estudiantes lograron huir de la capilla, un grupo conformado por una amiga de la infancia de Maya, Kuroki Ami, Naruse Kozue, JK y el conserje apodado Smile van en busca del espectro al que paradójicamente, la hija del director logró identificar clase y características.

Durante la búsqueda, Naruse es poseída por el espectro y ataca a los demás, pero Smile logra hacerle frente golpeándola hasta que huye. No obstante, Maya decide seguirla hasta una habitación en la que se encuentra con su padre. Allí, este se disculpa por haberla abandonado presa de su obsesión por lo sobrenatural y trata de reconciliarse con su hija; ella lo acepta, pero lo ataca pues se dio cuenta del engaño del espectro. Le corta la cabeza con un hacha y la ilusión desaparece liberando también a Naruse. Luego de regresar el cuerpo al ataúd, la asistenta y un guardia de seguridad, discuten acerca del fallo del plan mientras Maya se dirige a la azotea de la academia. Allí recuerda cómo de niña, vivió con su padre y cómo se formó en los temas de ocultismo también, pero llegó un punto en el que aquel se obsesionó tanto que descuidó y maltrató a su familia, razón por la que madre e hija lo abandonaron. Maya decide entonces que ha regresado para eliminar todos esos malos recuerdos de raíz, acabar con esa academia y todo lo sobrenatural. En ese preciso momento, un celular cae del cielo a la par que un portal luminoso se abre y desciende un joven desnudo que la saluda. ->> Continúe leyendo las impresiones y análisis
¿Caídas prematuras? Esto no pinta muy bien desde el principio

Impresiones: La pasión por lo oculto ha sido una característica tan arraigada en el ser humano como su ambición y su deseo de supervivencia. Este desenfreno, inquietud, ansia, tendencia, inclinación y maldición a su vez, le ha granjeado centurias de males y tormentos; felices siempre en pro de la historia, pues enriquecen y apilan las páginas teñidas de sangre de los llamados “mártires”, o en el peor de los casos, nutren las ansias de editores y lectores contemporáneos de paso. La curiosidad, encarnación primitiva del espíritu humano, ha llevado a la caterva universal a indagar en sus propias carencias, incluso desde sus primeros sistemas de interpretación del mundo, haciendo evidentes muchas veces sus debilidades, y fungiendo a cambio como panacea. Así, mercaderes y eruditos de aquellos resquicios, traficantes de anhelos y hasta humanistas de lo imposible desarrollaron saberes y ciencias de lo “oculto” bajo presión de la demanda y hasta por simple fe ciega. Resultado de eras oscurantistas, de supresión de conocimientos y manipulación político-religiosa, este desmembramiento se dedicó a enriquecer lo que ahora llamaríamos nuestra herencia romántica del fin de siglo – de seguro otros prefieren “la locura del fin de siglo” – de la mano de grimorios, tratados, anales y panfletos con indicaciones acerca del porqué de los fenómenos y la quintaesencia de lo maravilloso.

"L'femme à la hache"
(mi revisión antojadiza de L'home à la hache de Paul Gauguin)

Las llamadas ciencias ocultas, ocultismo o simplemente las pseudociencias – para evitar reunir el importante listado de especializaciones ad hoc – no solo fueron protagonistas de la lucha entre validación y refutación de la historia – con eventos más o menos espectaculares y teatrales hasta el siglo XX – sino que supieron “mutar” y actualizarse junto a la “evolución” de las ciencias, logrando instalarse en lo más profundo del ciudadano de a pie, en sus venas y arterias émulas al victorioso Demonio miltoniano de Clemente Palma – autor romántico decadente más que preciso para estos temas. El éxito de estas artes radicó más que en su éxito durante la experimentación, en las personas con poder económico o sin él, capaces de creer. La muerte, principal perseguida del Otro lado, resultó ser solo el ápice de búsquedas radiestésicas, mesméricas, psicofónicas, psíquicas, espectrales, ectoplasmáticas y parapsicológicas en un comercio donde lo fantasmagórico, siendo sarcásticos, y lo mágico, siendo religiosos, se hizo del día a día al punto de difundirse a todo nivel. No obstante y en cruel paradoja, todos los contenidos traficados del pasado, asentados con sus rocambolescas teorías e hipótesis en forma de ouróboro, con la masificación dejaron de ser trascendentales y se hicieron parte del entretenimiento. He aquí nuestro punto de partida, pues la media discutida tantas veces en su naturaleza, aborda estos temas con olor de azufre como algo cotidiano, y más cercano al espíritu literario que a las artes ocultas, de las que heredó lo necrológico.

¿El Ocultismo un juego peligroso?
Será más peligroso dejar solas a esas dos en la pubertad...

Para el público consumidor de historias de ultratumba y paranormales – hago la distinción para dejar en claro que entre magia negra y parasicología “esotérica” hay una gran distancia – la literatura de panfletos resultó el gran productor de entretenimiento de salón, el cual pasaría a diversos formatos a merced de la tecnología; instalándose en los audiovisuales en último punto. Con esto, el cine, oscuro en sus inicios, revaloró las viejas leyendas y tradiciones europeas, que ya sabemos nutridas de caldos de brujas, aparecidos y demonios. Posteriormente, la tecnología usada aquí fue también aprovechada por los estudiosos de lo paranormal para validar sus experimentos; lo importante, sin embargo, es destacar la relación y alianza intrínseca entre estos dos colectivos. Tras muchas adaptaciones fílmicas a lo largo de esta historia, hoy en día es muy habitual, casi obligatorio de hecho, encontrar elementos sobrenaturales en la media nipona, o bien como eje argumental o como características secundarias, pero imprescindibles. Esto sucedió de tal forma que en muchas de las producciones fantásticas, resulta complejo y hasta imposible usar los términos ocultista o paranormal. El abuso de la mezcla de géneros parece haber sido el culpable/responsable de que sea burdo etiquetar una serie, claro, siempre y cuando devenga en el desarrollo de la riqueza argumental, que ante la amplitud de títulos existentes escapa a cualquier revisión mínima. Este fenómeno, como era de esperarse, ha generado títulos con mayor o menor éxito, condición obligatoria en un contexto de producción en masa; la irregularidad de la industria entonces, engrosó el listado de tramas sobrenaturales llegando a su máxima expresión en el periodo de transición comprendido entre los 80’s y 90’s. Aun con este dato, son pocos los antecedentes puros – dejando un listado breve unido sólo por las especializaciones del ocultismo tenemos: Ghost Hunt, Ghost Hound, Sci-Fi Harry, Chaos Head, Psychic Academy Aurabansho, etc. – de referentes directos para la producción en cuestión y sus productores, pues sabemos que los responsables de esta obra son también sus creadores y no simples adaptadores como habitualmente ocurre.

Anime no Chikara:
¿El "monstruoso" y "espeluznante" poder del anime?

Anime no Chikara o “El Poder del Anime”, es el proyecto resultante de la alianza entre TV Tokio y Aniplex para producir series anime originales, es decir, que no sean adaptaciones de historias desarrolladas en formatos impresos o multimediales como los mangas y los juegos. Con una premisa que se diferencia del común denominador y de la tendencia natural en la industria de adaptar historias, el trabajo de este colectivo que inicia en los primeros meses del 2010, no solo se presenta como una renovadora declaración de intenciones sino que además pareció contar con el apoyo del siempre voluble fandom. En virtud de esa cualidad de los aficionados, usamos los tiempos en pasado sobre el impacto de Chikara porque incluso siguiendo el camino de originalidad de guiones vista en muchas series del pasado – Shin Seiki Evangelion, Serial Experiments Lain, Paranoia Agent, Denno Coil, etc. – sus intenciones se rinden a la frase “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Este proyecto ha desarrollado a la fecha tres títulos de géneros tan diferentes como irregulares, los cuales fueron So•Ra•No•Wo•To, Senkou no Night Raid y Occult Academy que generen probablemente confrontaciones entre sus partidarios. Pero ¿qué fue lo que generó que los trabajos posteriores de Chikara sean considerados fallidos contando con una ópera prima por sobre la media? La respuesta es fácil, su orientación.

¿"El poder del anime"?...
¡Patrañas! ¡Siente el poder de la Crítica!

So•Ra•No•Wo•To, primera serie del proyecto pese a ser víctima de acusaciones de plagio en cuanto a diseños, supo encontrar un balance en la mezcla de géneros que propuso; y siendo sinceros no era habitual ver series con trasfondo militar, excusa musical, moe, drama, referencias geográficas reales y una banda sonora realmente inspirada – sin restarle el mérito al título, pero de la mano de Yuki Kajiura cualquier serie sube la media. Sin embargo ese fue su talón de Aquiles, pues las dos obras siguientes serían juzgadas sobre los parámetros de las buenas prácticas logradas con su primera obra. Así, esperando probablemente un manejo similar, el desengaño y decepción de los fans tras ver su segunda obra sentaron el antecedente de la duda ahora confirmada con el último trabajo. Senkou no Night Raid aunque con una pequeña campaña de intriga y teasers atractivos – las referencias a Baccano! eran descaradas – no fue lo que prometía; sus personajes, animación y narrativa correspondían al común denominador de títulos con presupuesto promedio dedicados a cubrir las cuotas obligatorias en los charts por temporada. Está de más decir que las expectativas por su próximo trabajo despertaron discusiones en diversos medios, y el resultado fue predecible en sus contrastes. Como dijimos, el error era un tema de enfoque, y es que con solo producciones originales no se consigue el favor del público ni su aceptación; si planteamos que la industria genera una escala de merchandising con la cuál puede apoyarse, desarrollar una serie desde cero no siempre resultará exitoso – es muy difícil imaginar otro ejemplo de éxito superior a EVA para este caso. Con todos sus riesgos, a eso parece aspirar Chikara ya que ha mostrado una tolerancia por la repetición de lugares comunes y clichés con un descaro tan abierto que no somos capaces de imaginar que no deseen que sus producciones de entretenimiento puedan toparse con una franquicia explotable a largo plazo. Esta estrategia, como se nos mostrará con el correr del tiempo, es un arma de doble filo que temprana aún ya ha empezado a revelar sus consecuencias; pues esos errores a los que aludimos y se adivinaban con su segundo trabajo, con Occult Academy – su última producción y motivo de este análisis – veremos que se repiten y cuantifican.

Lo lamento, pero pese a todo lo que ofrecen no hablaré
bien de su producción, Anime no Chikara


Estrenada el 5 de julio de 2010, Occult Academy, es la más reciente producción de la alianza Aniplex – Tv Tokio bajo el nombre de Anime no Chikara; tiene además en la dirección a Tomohiko Ito quien por primera vez está al frente de un título completo. La serie cuenta con un planeamiento de trece episodios en los que desarrollará un guión rara mezcla de horror, misterio, suspense, comedia, vida escolar y service. Con el encargo de la música para Shoko Nakagawa (Op. Flying Humanoid), Ayahi Takagaki (Ed. Kimi ga Iru basho) y Kazuya Tanaka en la dirección de sonido quien unifica a diversos compositores y arreglistas para el BGM – lo cual podría indicar que es un apartado que resalte especialmente, pero no es así – este título pretende reunir una serie de elementos que han funcionado adecuadamente a través de los años y en diversas ubicaciones geográficas; lamentablemente no lo hace. El apartado musical de presentación y cierre aunque no deficiente, peca de común y repite, tal cual la serie lo hace, sonidos y melodías clasificables en el denominado género J-pop, pero añadiremos también un calificativo temporal, J-pop del S. XXI. La poca variación de notas, melodías, escalas, lírica y tonos vocales en las producciones de la segunda mitad de los diez primeros años de este siglo XXI, ha construido una característica que parece ligada por definición a los tópicos de caracteres y subgéneros. Variando mínimamente – y salvando diferencias mediáticas con coreografías incluidas –, con arreglos rockeros en manos de la excusa moe, la música de este periodo no ha sabido renovarse, y esa es una norma para todas las series ubicadas en el promedio, donde se encuentra Occult Academy. Sin embargo, su regularidad y poco riesgo experimental en el OP y ED no es comparable con el BGM, que sin ser atípico da cuenta de la caricaturización voluntaria/involuntaria que puede provocar. De hecho, un momento crucial de la serie es marcado por el cambio de la música y revela así la verdadera naturaleza burlesca de la serie, que con todos sus gags y guiños no logra sincronizar adecuadamente con la comedia, pero sí con el ridículo de la parodia. Este es un rasgo que comparte con muchas de sus referencias, las cuales citaremos más adelante, pero la música en sí, oscila y se debate entre ritmos guitarreros, pianos de recital y sintetizadores cómicos tanto por sus efectos como por sus ritmos fáciles y repetitivos. La música aquí es importante porque complementa el giro que da la serie con el desarrollo de los eventos, pues se presentaba como un título de suspense durante su primera mitad, para revelar luego y de a pocos, su esencia cómica/paródica – quién dijo que Danny Elfman solo trabaja con Tim Burton. Esto es quizás su error más grande porque además de acompañar a los eventos ayuda a hundirlos en la caricatura. El proyecto despertó interés en diversos sectores tras su anuncio, y es que sea por su primera obra, el diseño de personajes o el tema aparente, las expectativas variaban, decepcionando a muchos – me incluyo – y satisfaciendo quizás al consumidor promedio, que es mayoría.

Me pregunto, ¿dónde habré visto un fondo similar?
Ah, sí, AQUÍ con Takashi en el post anterior
Anime no Chicara, ¿no?...

Habiendo analizado el apartado musical, podemos desarrollar el marco de lo que representa el esquema narrativo y técnico, considerando que también los openings y endings aunque con direcciones variables adelantan mucho de lo que se verá en la serie. Este criterio incluso es aplicado por muchos televidentes para descartar un título, pero no resulta del todo válido en un análisis de la naturaleza que presentamos; más bien parece provenir y funcionar de acuerdo al gusto y hábitos de consumo de series, crueles, prejuiciosos y hasta frívolos a veces. Ya hemos dejando en claro que el título reseñado no es uno que brille por su originalidad ni calidad, siendo así diremos que los elementos que se supone lograrán conectarse con el público espectador no logran su cometido y hasta podríamos acusarlos de desinteresados en este aspecto. Con una animación fluida pese a su carencia de vértigo, diseños de trazo simple y fondos de cumplidora mediana factura – por diseño, cromatismo o por la marca Madhouse quienes son los encargados del BG – no destella; elabora una mezcla preocupada por la presentación de personajes en tamizados cromáticos y la saturación de adminículos y trastos ocultistas, dispuestos aleatoriamente, con una solemnidad descarada que se regodea por toda la pantalla cual enjambre de bichos en un parabrisas. Además de estos excesos que se repetirán en el largo del episodio, la exposición de la protagonista – sobre la que girará el último párrafo – recuerda al intento de publicidad subliminal de grandes corporaciones con afán de manipulación del pusilánime Respetable. Así es, la dirección se orienta a la manipulación, una no muy lograda por cierto, en la que tanta insistencia termina delatándola como pueril. Se nos introduce en una historia presumiblemente de misterio y ficción, de ritmo controlado, argumento y diálogos originarios del suspense para dejarnos caer en cuenta de que fue un error el cambio de orientación posterior o quizás la misma introducción.

¿Fenómenos paranormales magnéticos, psicofonías, white noises
y cintas cromadas? Entonces...
"It's a SONY"


Dividamos a la serie por sus cortinas en dos partes, y la primera a su vez en otras dos, porque así se entenderá que el segundo cuarto va degradándose con los minutos hacia lo cómico y paródico, preámbulo a los dos cuartos finales totalmente burdos – ojo, por su recurso de espectáculo. Entonces, ¿esa introducción en clave “seria” es lo suficientemente importante como para aducir que el resto de la serie se desliga de ella en una merma progresiva de calidad? Sí, pero también puede proponerse que ese intro falla y sobra en el conjunto del episodio. Este uso inoportuno de elementos también puede verse con la incursión de datos muy específicos, quizás incluidos para reforzar esa flemática y conservadora introducción con temperaturas, horas, fechas, años, lugares, distritos y ciudades en un intento de validación – atrás quedó la vieja usanza de los escritores clásicos de indicar sólo la primera letra de los nombres propios. No obstante, la credibilidad no es gratuita y se le niega al iniciar la carrera; el guión manipulador no funciona y solo encuentra su pico creativo, exudado de esfuerzo, en la interacción con el espectador, ya que demanda en ciertos momentos el ojo atento y la ilación de eventos y datos – más útiles en la lectura entre líneas. Pero tampoco seremos totalmente desaprobatorios con el esquema narrativo que cuenta con una técnica atractiva y justificada para la presentación de eventos pasados complementarios a la historia. Sobre esto, sabemos que los flashbacks son recursos muy usados en casi toda producción, y son ya prácticas obligadas en el gremio de guionistas, pero ante el riesgo de su invalidación por culpa de un personaje tendríamos un problema. La protagonista, como toda tsundere, cambia su discurso en base a sus emociones, por tanto su comunicación se halla en un avance y retroceso, de espiral incluso, para complicar más las cosas. Con esta dificultad contar el pasado a través del propio protagonista significaría dos cosas: la invalidación de la personalidad voluble al contar en un tono objetivo los eventos y/o la nulidad del valor probatorio de los enunciados sobre el pasado que esgrima sobre sí – en cada recuerdo tendríamos tantos “tsun tsun” y “dere dere” que sería imposible creer todo lo dicho. Por este motivo los flashbacks que dan cuenta sobre el pasado de nuestra protagonista son contados por otros personajes antes de otorgar la posta a Maya, quedando su discurso limitado a la verdad ya expuesta por sus presentadores previos. Esta es una marca interesante en el fango de inocentadas que conforman la serie – Maya conservando una versión actualizada de su ropa infantil es tan grave como cómico y pervertido – que debido a sus referencias televisivas, fílmicas y ocultistas no se libra de ser “una suerte de comedia con guiños ocultistas y trama sobrenatural de ciencia ficción parasicológica, con ectoplasma chorreante como en película barata ochentera”.

"If there's something weird / And it don't look good / Who you gonna call?"
GHOSTBUSTERS !!!


Una comedia con guiños ocultistas y trama sobrenatural de ciencia ficción parasicológica, con ectoplasma chorreante como en película ochentera”: Abro este párrafo con la frase/sentencia del anterior, porque define a plenitud el espíritu de la serie; uno dotado de características pares, pero no inconexas. Hablamos de las referencias y el ocultismo. El entendido en esta última materia podrá avistar a una milla de distancia – o a tempranos segundos, para utilizar la unidad de medida más adecuada – que la soberbia mezcolanza vista, da pie a un amasijo poco exacto de recetas y fórmulas ocultistas. No le vamos a pedir especialización y profundidad humanista a un título como este pues la erudición oscura suele manifestarse en otros lares; pese a esto, describiremos estos saberes desde el punto de vista planteado en ese universo ecléctico llamado Occult Academy. Si tomamos como referente que durante la introducción del episodio se profundizó en detalles irrelevantes, la misma inocente deficiencia se repitió con la malversación de términos ocultistas – no podremos librarnos del término en toda la reseña y serie, ya que la dichosa palabra hasta va incrustada en el título. Propio más de un glosario de términos ocultistas que de un grimorio, se cita, nombra, muestra, comenta, define, expone y debate con terminología “especializada” cada situación que demande una explicación racional. El escapismo de la realidad es entonces, encarnación de lo fantástico y obligatorio en esta serie que arma un collage tanto de imágenes como de conceptos con la intención de sofisticar una trama peculiar, que por ahora ni muestra señales de complicarse con los viajes temporales, punto débil de toda obra de ficción en esta línea. Así es, toda referencia mágica es general, burda, mínima y en el peor de los casos errada – es bochornosa, para quienes entendemos de estos temas, la identificación y método de exterminio del espectro de turno, atribuible a una oriental confusión de dos culturas y periodos ampliamente documentados: Egipto y Grecia – por lo que solo cumplen un papel decorativo merced del pretexto inflado desde las referencias. Éstas, cumplen un rol importante en grado sumo para el desarrollo del argumento y es tal su impacto negativo que hasta el público estándar la desaprueba. Esta serie, por tanto, bebe de diversas fuentes ahora de dominio popular, pero surgidas en América; contando en sus filas una amplia gama de títulos a cuestas reconocibles como emblemas de la cultura pop occidental del siglo XX. Esta otra exposición es tan abigarrada y excesiva que no convence, y peca de lo mismo que sus fuentes, en tergiversar los datos. En resumen, toda una desgracia presentada entre réplicas de las máquinas teletransportadoras usadas por Brundle en The Fly (La Mosca, 1986), piquetes de ojos estilo The Three Stooges (Los Tres Chiflados, 1922), descensos luminosos como en Close Encounters of the Third Kind (Encuentros cercanos del tercer tipo, 1977), pines, apodos y actitudes – esta última es un sarcasmo, ver los “amistosos” golpes del conserje – ligadas al Smiley (Harve Ball, 1963), vómito marca registrada de The Exorcist (El Exorcista, 1973), arrastre de un arma cortante – aquí hay varias referencias en una, mencionaré sólo tres: The Texas Chain Saw Massacre (Masacre en Texas, 1974), The Shining (El Resplandor, 1980) y Higurashi no Naku Koro ni [sí, por nuestra favorita Rena para los despistados] (07th Expansion, 2002) –, fantasmas voladores quiebra retratos como los de Ghostbusters (Los Cazafantasmas, 1984) – en honor a la verdad, esa foto del director cambiando su gesto para sacar la lengua arrebata carcajadas –, banda sonora tergiversada de The Omen (La Profecía, 1976) en fórmula invocatoria – el más grande ridículo al usar el cántico Ave Satani compuesto por Goldsmith (“Sanguis bibimus corpus edimus. Ave Satani”: La sangre bebemos, El cuerpo comemos, Salve Satán) – y reacciones sobreactuadas de sorpresa, fluidos nasales segregados, pérdida ¿espectral? de gafas, suspiros entre proposiciones por fortuna ausentes de gotas en la cabeza, chamusque de cabello afro style, y súplicas por la conservación intacto del rostro – la frase “¡En la cara no!” se usa en todo el mundo, pero las viejas generaciones de lectores peruanos sabrán esbozar una sonrisa cómplice al tener como primer referente al cómico Adolfo Chuiman). Este listado que omite otras referencias es clara muestra de que se satura al espectador con guiños innecesarios y que provocan irregularidad en el conjunto. Sin embargo, veremos en las líneas finales la razón de esa “irregularidad”, porque ahora desarrollaremos el último componente importante de la serie, la sexualidad y erotismo.

Maya Kumashiro: El objeto del deseo o El demonio blanco tsundere
¡Qué esperas para lamer mis tacones!

Contrariamente a los casos que hemos venido reseñando donde podíamos hallar una figura protagónica determinante más allá de su rol evidente, e interesante por su compleja personalidad, aquí nos topamos con la falsación de esa fórmula. Al igual que los filmes o series de acción real concebidas para el lucimiento de un actor, Maya Kumashiro es la figura a través de la cual se difumina el interés de mano de un erotismo tan protagónico como otro personaje; donde la palabra service cobra dimensiones monstruosas sin llegar al desenfado de lo evidente y carnal, pero sí de lo sugerente. Aunque Maya no sea un personaje logrado, es la carta de mazo alto jugada desde el principio por el staff; cuenta con un diseño físico y psicológico muy definido, capaz de conectarse inmediatamente con el imaginario y deseo de ciertos aficionados – que nos atrevemos a decir mayoría, en esta época de tendencias tsunderes. De figura esbelta, traje de una pieza, cabello largo y negro, medias altas, inflexiones vocales, tacones altos, brazos níveos y largos, y presencia abrumadora, Maya es el intento de crear a la ¿tsundere definitiva?, hecho que con todo lo negativo que se ha dicho sobre este título, no es factible de una negación rotunda. Si la serie es una caricaturización del género, su protagonista aprovecha esa exageración para definir su naturaleza, obteniendo así un mimetismo y curiosa simbiosis entre las referencias absurdas cómico/hórridas y los clichés de estas chicas intensamente volubles llamadas tsunderes. Se nos vende a Maya entre toda esa maraña de datos cuestionables como un objeto sexual, como el enganche de la serie, como el non plus ultra de la volubilidad femenina y el summum del deseo, en una forma poco decorosa – pero bienvenida, declaro mi debilidad por las tsunderes – que no exitosa. Teniendo censura para aspectos sangrientos y violentos, las situaciones que impliquen la exposición del cuerpo de la protagonista se dan maña para eludir el pantsu shot y aprovechar esa arma contorneada y mortal de la ropa ceñida. Occult Academy no muestra cosas explícitas, pero sí todo cubierto y ceñido, lupanar de la imaginación mordaz del aficionado. De alguna manera u otra, con mayor o menor éxito, por momentos la serie parece encumbrar a Maya como eje central, siendo una excusa para el lucimiento del diseño en virtud del merchandising posterior; independientemente de esto que tiene tanto de criticable como intentar sancionar a los autores de doujinshis – por el tema de los droit d'auteur es decir, algo burdo – no es Maya quien destaca sino sus formas, su actuar, sus miembros, su puesta en escena y su plástica del movimiento en un acierto que per se es válido, pero en el conjunto resta méritos. Precisamente estas curiosidades inspiradas son las que salvan a la serie de caer en el hoyo del ridículo total pues siendo Maya objeto del deseo se le caricaturiza sin deformación SD (Super deformed o chibi) en actos típicos y atípicos – golpear a una protagonista atractiva en el rostro y hacerla rodar cual personaje de caricatura norteamericana –, complementados con el erotismo mencionado – una breve lista: toma en 180 grados con repetición en 3 ocasiones de un plano inferior, acercamientos para las piernas de Maya, referencias fálicas encubiertas de sombra y fetichismo que roza lo incorrecto con los niños del ending.

Descuida Maya, no eres la única sorprendida.
Nadie se esperaba ¡ESO!


Esto es lo que tenemos en Occult Academy situaciones ocultistas sin base histórica o verídica, personajes ridículamente simplones, soft service en cantidades, abundantes referencias a la cultura pop occidental y todos los tópicos japoneses de los últimos tiempos. Estos componentes pese a delatar un producto fallido confirman también algo, su doble o múltiple capacidad de ser interpretada. No es una serie que pueda verse pensando en suspense u horror tradicional, ya que para ese público que gusta de lo serio y para el crítico en general, falla en todos los sentidos; pero podrá verse apelando al descreimiento de las reglas autoimpuestas por nuestras costumbres académicas, negando toda profundidad obligatoria y dando paso al mero disfrute y pasatiempo de sonrisa plena y simple. Esta serie es mala sólo si se la ve con ojos en extremo críticos, pero se torna disfrutable como una comedia ligera con toques paródicos en un visionado libre de prejuicios y pretensiones, porque mientras más se conozca del tema que tratan de contar los realizadores, con los yerros notaremos el valor de caricaturización que posee; uno capaz de entretener al público mayoritario adicto a la comedia ligera y a su vez capaz de hacernos reír, a los demás, de manera cómplice por los errores voluntarios e involuntarios de la serie, tal como lo hicieron las películas de horror/comedia que vimos durante nuestra infancia.

Maya: "Tsudere Service"
All of Us: At home? On Bed? Fuck Yeah!!!
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Buscando reseñas encontré esta página, iba a criticar tu crítica centrándome en esto "Esto es lo que tenemos en Occult Academy situaciones ocultistas sin base histórica o verídica" pero luego miré tu perfil y bueno... decidí ahorrar tiempo. Sólo te diré que cuando se habla del argumento de una obra no es necesario hacer una descripción completa de toda la historia, no lo titules de argumento si vas a a hacer una descripción detallada de caaaada escena o situación. Lo que interesa es tu opinión, no que demuestres que tienes tiempo para describir.